sábado, 11 de febrero de 2017

La resiliencia: de qué se trata


Solemos asociar los eventos traumáticos o difíciles como algo negativo y tendemos a sentir compadecimiento o lástima con las personas que las están atravesando, pero hay otra cara de la moneda. Podemos aprender de ellos y crecer en varios aspectos de nuestra vida gracias a las malas rachas o a momentos que nos han causando un gran impacto psicológico. No por ello debemos restar importancia ni gravedad al suceso, sino que hay que valorar el hecho de que tiene tanto aspectos negativos como positivos y centrarnos en estos últimos.

Seguramente te venga a la mente algún acontecimiento que desde que ocurrió, tu vida nunca volvió a ser lo mismo, y es común que creas que las cosas ahora son mejores que antes. Porque al fin y al cabo, la mayoría de personas somos capaces de ir pasando página a estos malos momentos.

Esto precisamente de lo que estoy hablando, se llama resiliencia, pero entonces

¿Qué es la resiliencia?

La resiliencia es la capacidad para hacer frente a las adversidades de la vida saliendo fortalecido de ellas. Es el resultado de un proceso dinámico que varía según las circunstancias, la naturaleza de la situación, el contexto y la etapa de la vida del individuo, que se puede expresar de diferente manera según la cultura (Manciauz et al., 2001).

Cómo proceso que es, no es tanto la persona en sí, sino la evolución y el proceso de vertebración de su propia historia vital (Cynulnik, 2001). La resiliencia es la capacidad para afrontar la adversidad y lograr adaptarse bien ante las tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés severo. Esto permite una sensación de control frente a los acontecimientos, mayor capacidad para afrontar retos y salir fortalecidos de ellos.

La resiliencia implica reestructurar recursos psicológicos en función de las circunstancias y de necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial. Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver el mundo ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma.

Pero ser resiliente no quiere decir que la persona no experimenta dificultades o angustias. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas. De hecho, el camino hacia la resiliencia probablemente está lleno de obstáculos que afectan nuestro estado emocional.

La resiliencia no es algo que una persona tenga o no tenga, sino que implica una serie de conductas y formas de pensar que cualquier persona puede aprender y desarrollar.

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